Carnaval. Días intensos. Muchas cosas que contar y pocas fuerzas para escribirlas. A modo de resumen forzado, salpicado con comentarios de actualidad:
Bilbao, tremenda comedia. Getxo, sábado por la tarde -después de inefable menú de sidrería que me impidió cenar- paseo por Neguri, las playas, etc. Disfrazamiento mientras Juanito Muehlegg ganaba el oro para España. Quinito con cerveza y calimocho en una lonja (bajera, pipote, txoko) ahí en Getxo, a la vieja usanza, debajo de una enorme ikurriña con 12 vizcaínos que sabían menos euskera que yo (no es coña); buena gente. Delante de mí, Lara Croft, tremenda; yo, de mosquetero. A la 1 AM, metro a Bilbao, lejísimos. Ya vorágine, lo viejo, copas, geniales tres disfrazados de percebes. Pincho a las 5, amago de discoteca de moda "Congreso", -lío por diferentes denominaciones tipo Parlamento o Diputación- (en la puerta con Juanma Bajo Ulloa). Un rato de lágrimas con dos Pipis Calzaslargas por la muerte de su creadora. Intento de cacerolada en la estación de metro al ver a uno con la albiceleste, que no siguió el rollo. 6.30 AM. Conversación muy seria con una pareja adulta en el mismo vagón: ellos disfrados de extranjeros despistados, pero de Getxo de toda la vida, curioso. Y a las 7 durmiendo.
2 de la tarde del domingo: famoso puente colgante y subida a un acantilado, preciosa estampa de la desembocadura del Nervión. Alubiada recuperadora, café en un mexicano indescriptible (sofás morados, amarillos, verdes ácidos con dibujos, calaveras del techo, rosas de plástico, con vistas al mar), visita al castillo de Butrón, y bus a las 20.00 a Donosti.
Bilbao sólo había sido la manera de matar el fin de semana previo a mi primer juicio en vida. Juzgado de Instrucción nº2 de San Sebastián. Un año y 28 días esperando para 32 minutos de juicio. En una semana dan el veredicto. El abogado salió muy contento, pero no me creo nada. Tranquilos, no voy a la cárcel: sólo fue un accidente de coche.
La verdad: todo ese ritmo de los últimos días buscaba el no tenerse en pie a las 22.00 de ayer lunes, pero no fue posible. El cuerpo pedía su dosis ¿final? de Operación Triunfo. No voy a extenderme en el tema, que estamos todos hasta el gorro. Sólo un par de cosas: el 'No me digas que es el Mini' de Chenoa, chica con 'stilo', según Lozano. (Lo dijo por venganza, fijo, por no quedar entre los tres primeros). Y el dato: dos tercios de los españoles no vieron ayer la gran final de Operación Triunfo.
martes, febrero 12, 2002
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