miércoles, noviembre 14, 2001
Antes no era más que un anónimo cazador de sueños, quimeras, proyectos utópicos... Mas siempre erraba el tiro, tal vez por aquello de lo ilusorio de la pieza a cazar. Era como disparar a las nubes, lo más que puedes conseguir es abrir pequeños agujeros que permitan el paso de unos fugaces rayos de sol. Mientras cazaba (soñaba) era feliz, al igual que es feliz la lagartija que se sabe iluminada por ese prófugo rayo de sol. Pero hasta la lagartija sabe que la noche llega, oscuridad. Por eso, porque no quiero que se cierren las nubes, porque no quiero más oscuridad, tristeza, tedio, he decidido instalarme en la utopía. En la utopía de los que creen que el amor es una utopía, sí, pero alcanzable. Lo sé porque me lo dicen tus ojos que no mienten.
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