jueves, octubre 23, 2003

Badajoz. A tres horas largas de Madrid, a dos de Lisboa y de Sevilla, paseo fluvial lleno de palmeras regadas por un Guadiana que divide y rodea -al mismo tiempo- la ciudad. Todo recuerda al Levante español, inexplicablemente; desde las murallas para frenar a los moros, hasta las sillas y manteles de muchos restoranes. Curiosa ciudad. Tiene su punto. No vale quedarse con el "Badajoz es la fea y Cáceres la bonita".

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