viernes, abril 21, 2006

Alguna vez he reconocido a mi pesar que tengo todos los discos de "Enrique y Ana". Además, mis cuatro años (una etapa freudiana muy propia para ello) la pasé escuchando "Caca, culo, pedo, pis". Muy profundamente, mi ego escatológico, se indigna de verdad cuando se topa con Enrique del Pozo, al que siempre consideré un hito, único e irrepetible, y más indignante me parece que se haga llamar "polemista" o, peor aún, "tertuliano". Quizá es ponerse tremendista, pero hasta cuando Colate sale en la tele haciendo daños colate-rales a la vergüenza ajena de quien en ese momento está delante, siempre hay un rotulillo debajo de su nombre para advertir a todos de que estamos ante un "organizador de eventos"( no un indocumentado cualquiera), y seguro que en la tele trabaja alguien ( un "intérprete de oficios" o un "captador mental de aptitudes" con estudios que sabe qué significan y en qué consisten esos oficios tan bien pagados), pero yo lo ignoro, como es costumbre en mí. Es decir, que creo que con Enrique se equivocan, y que él siempre fue, sin querer, quizá por modestia, lo que tendrían que llamar " gran oráculo de la caca", un líder en lo suyo, induscutiblemente, que pasa de la escobilla para entrar a fondo en ella como si se tratara del brazo de una batidora. Los demás, imitadores, ni saltando con pértiga le llegan a la altura del empeine.

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