jueves, abril 29, 2004

Resulta que tengo que estar en Madrid el lunes 24 de mayo, dos días después de La Boda. En principio, quería aprovechar el viaje para pasar el fin de semana allí, ver a familiares y amigos, pasear por el centro y esas cosas que hacemos los de provincias en la capital. Pero resulta que ya conozco a varios residentes en la Villa y Corte que me dicen que estoy loco, que cómo se me ocurre viajar ese fin de semana, que ellos piensan escapar de la ciudad, que va a estar imposible, ¡que van a cerrar las fronteras! (Que digo yo que para ir desde Pamplona no influirá demasiado esto de las fronteras, pero eso me han argumentado). ¿No estaremos exagerando?
Vamos a ver: a la boda hay invitadas 1.900 personas. Añadamos otros 2.500 de servicios de seguridad personales de las autoridades extranjeras. Además tendremos a nuestras fuerzas de seguridad, que no sabría calcular, pero algún millar que otro sí serán. Y algún chiflado que venga de fuera a ver a los novios camino de Atocha en un coche capotadísimo. Total y tirando por muy alto, contando a los camareros y a los gaiteros enviados por Gabino.... ¿20.000 personas? ¿Creéis que un número así de gente se nota realmente en una ciudad como Madrid? La semana pasada fueron muchos más escoceses a Villareal y les dieron de comer paella a todos. Ahora claro, si lo que queremos es aparcar por Ópera...

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