viernes, abril 19, 2002
Vengo de la calle asustao, oye... Os cuento: El centro de Oviedo presenta un panorama similar al que puede apereciarse en Madrid todo el año (todos los años), es decir, zanjas, obras, zanjas... Aquí al menos son obras puntuales y temporalmente limitadas no como las de la capital del reino, pero bueno, a lo que vamos... Que vengo asustao. Resulta que al doblar una esquina me encuentro con muchas zanjas y grúas y todo eso sin lo que una obra no es obra... pues en medio de ese lío me veo a dos tipos (unos 50 tacos) llenando el depósito de una de esas taladradoras manuales que meten a lot of ruido y hace que vibre el suelo a tu paso... Ésta es la escena: Uno de ellos vierte con sus dos manos el bidón de 200 litros de gasolina en la máquina mientras el otro en un gesto sin precedentes y de encomiable generosidad decide ayudar a su compañero cediendo su mano izquierda para hacer las funciones de embudo... Sí, sí, como lo oís, su mano izquierda era el embudo... Imaginaros, toda la gasofa chorreando por fuera, por la mano, por la máquina... Había más carburante en el suelo que en el depósito... Podéis pensar que la cosa acaba aquí, pero de eso nada monada... ¿A que no sabéis lo que tenía nuestro hombre-embudo en la mano derecha?... Pues un puro más grande que los que se fumaba Groucho Marx... ¿Pero cómo no va a haber accidentes laborales por el amor de dios?... Tened un buen día.
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