lunes, junio 05, 2006

Qué existencia tan pobre la de aquellas personas, como yo, que vamos por la calle distraídas sin mirar a los escaparates de los estudios de fotografía. Menos mal que nunca es tarde y para mí se ha abierto todo un mundo que me llama irresistiblemente la atención y me hace cuestionarme seriamente instituciones tan arraigadas como el matrimonio. Hoy venía al trabajo pensando en que Laporta ha sido elegido en una revista gay como el hombre más atractivo del momento, en que una encuesta del Marca dice que España llegará a las semifinales del Mundial... súbitamente, me topo con un estudio de fotografías y veo expuestas unas imágenes que impactan en mi retina, nublando mi vista y mi entendimiento por unos instantes...recuperada del shock, me pregunto qué sustancia tóxica puede llevar a unos padres a hacer una fotografía de una hija vestida de primera comunión tumbada bocabajo en el suelo ( de nubes) con un fondo azul celeste, descalza y con las piernas flexionadas y abiertas, como si estuviera én órbita, o cayendo al vacío desde un octavo piso... y qué trastorno patológico padece el novio que se deja fotografiar con ocasión de su boda escondido detrás de un árbol y con la cabeza asomando entre las ramas bajo la atenta mirada de un pato que camina sobre un vestido de novia extendido en el suelo ( ocupando unos dos metros cuadrados de césped) y entre cuyos pliegues la también trastornada novia mira al pato y sonríe... la verdad, si alguna vez me veo en alguna de ésas y me tengo que tragar estas palabras ( que será lo más probable), por favor sólo os pido un cinturón- bomba.

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