25.000 almas fueron testigos de un espectáculo digno de los Príncipes que se lo perdieron. Se esperaban unos 40.000 y a Don Felipe y Letizia, pero al final los Ilustres no vinieron y los 40 se quedaron 25. Paul McCartney ganó en casa por goleada. El Molinón se quitó el sombrero. Chapó. Pero horas antes de que sonaran los primeros acordes, tremendas colas en espiral rodeando el estadio. ¿El motivo? Movistar regalaba entradas a los que, previamente hubieran o hubiesen mandado un mensaje al número indicado. Y claro, media España parece ser que lo mandó, y allí se plantaron religiosamente a recoger su entrada. Y a los de la operadora telefónica no se les ocurre otra cosa mejor que abrir una sola ventanilla para tal demanda de entradas. Resultado: la mayor cola que hayan visto mis ojos desde la Expo del 92. Horas y horas de colas, empujones, etc... Los rumores eran reales, el Ayuntamiento lo confirmó al final. Ante la escasa demanda de entradas a una semana vista del concierto (apenas se habían vendido unas diez mil) se vendieron paquetes de entradas (dicen que al precio oficial, 48 euros, otros dicen que a 6 ó 7 euros) a diferentes empresas para que éstas, a su vez, las regalasen a sus clientes. Así Banesto adquirió y posteriormente regaló unas 6.000, BBVA otro tanto y lo mismo Movistar, etc... Total, que la pregunta que yo me hago es, ¿cuántos de los allí presentes entramos (yo el primero) gratis? Pues bien, yo diría que entre 10 y 15 mil (es muy fuerte). Todo el mundo tenía entradas gratis. Mis amigos Jorge, Patry y Saúl habían conseguido 6 entradas gratis gracias a los mensajes de teléfono y allí nos fuimos a por nuestras entradas. Resultado: imposible ante la cola antes mencionada. Las dimos por perdidas. A los diez minutos ya teníamos todos entrada. Motivo: Saúl se encontró con un amigo al que le sobraban 6 entradas. Germán, que también venía con nosotros traía su propia entrada conseguida en el Banco, donde podía haber cogido todas las que quisiese (como así nos confirmó otra amiga que se hizo con 12 en Banesto). En fin, una chapuza de organización (la del Ayuntamiento no la de Paul) y todos a ver al Beatle por el morro. Gracias a Movistar, Banesto, BBVA y por supuesto, a Saúl que se movió como pez en el agua. Una vez dentro, la locura. Empezando porque de teloneros llevaba a algo así como el circo del sol ya os podéis imaginar el resto. Luces, colores, pantallas gigantes, vatios y más vatios, un sonido impecable y una puesta en escena como yo nunca había visto antes. Qué despliegue de medios. Temas de ayer y siempre y un Paul con camiseta roji-blanca diciendo cosas como “puxa asturias”, “viva españa” o “viva el sporting”. Tuvo el detalle de traducirse a sí mismo en sus comentarios y, tras cada frase en inglés, la repetía en castellano (y muy bien por cierto). Sus músicos hicieron lo propio. Parecían todos bilingües. Tenía a 25 mil tipos en el bolsillo. Lo más espectacular, el momento más álgido... El Live and let die con fuegos artificiales y todo tipo de pirotecnia. Yesterday y mecheros. Hey Jude y su piano. Let it be y el Molinón se vino abajo (o arriba). En fin, que tras tres horas de concierto (sin lluvia, por cierto) me fui para casa y al tumbarme en la cama pensé: joder, vengo de cantar el Yellow Submarine con un Escarabajo.
miércoles, mayo 26, 2004
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