jueves, noviembre 24, 2005
Los filántropos, esa rara especie en extinción, han contribuído desde hace siglos, y de qué manera, a hacer de este mundo un sitio mucho más habitable, bonito, avanzado, sano, culto... Desde los Médicis, hasta Bill Gates, pasando por Ted Turner, Elton John, Guggenheim o Rockefeller entre otros, su máxima ha sido contribuir a hacer mejor el mundo cu€$te lo que cu€$te. Bien es verdad que les sobra la pasta, pero hay otros que también la tienen y no hacen nada con ella. En España la filantropía es caza menor, y no porque haya menos dinero. No hay esos grandes hombres y mujeres capaces de donar grandes cantidades de dinero para embellecer una ciudad, crear un museo, descubrir una vacuna, etc, sin pretender nada a cambio. Tal vez los bancos y las multinacionales tienen fundaciones o hacen donaciones a museos de vez en cuando, pero es más bien a modo de pago del impuesto de sociedades. No entro aquí en el tema de que en España la gente no ayude a los demás, no apadrine niños, no participe en ONGs y todas esas cosas. Me centro en la filantropía. El Barón Thyssen tal vez... Aquí tenemos al último de los Médicis (nota para los perezosos: leer el penúltimo párrafo de la noticia). A esto es a lo que yo me refiero. Bienvenidos sean estos despilfarradores.
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