jueves, febrero 17, 2005
Fue un breve concierto de maravillosas canciones con eternos punteos de guitarras imposibles interpretadas por un esqueleto andante con camiseta a rayas. Fue un lujo para el alma y el oido. Apenas una hora de placer y ya se nos iba para el camerino diciendo adioses y soltando besos al respetable. Tras bajarse el telón un millón de aplausos y el deseo de unos bises largos. El bis duró lo que dura una canción. Sólo una, pero la mejor. Derrochó talento Antonio ayer noche, no derochó tiempo. Marga lo reclamaba desde el más alla. Los 75 minutos se me pasaron volando... Tengo aún la sensación de que la maravilla duró lo que su mejor canción, "Una décima de segundo".
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