El asesino esperaba agazapado entre dos coches. Era muy temprano y hacía frío. Entonces lo vio salir como cada mañana. Iba al trabajo. Salió de su escondite, se le acercó por la espalda, apuntó directamente a la nuca y disparó cinco balas. Una gota de sangre le salpicó la cara, las palomas sobresaltadas emprendieron el vuelo, una mujer en su casa se supo viuda tan joven... Esa mañana, en esa calle vacía y sin palomas, al asesino, mientras apretaba el gatillo, los 5 disparos no le sonaron: pin-pan-pum-pan-pum... no, le sonaron, y todavía suenan: soy-un-hijo-de-puta.
lunes, marzo 10, 2008
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1 comentario:
yo a esta gente, cadena perpetua...
no sé a qué esperan!
asco dan, ya está bien!
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