martes, julio 10, 2007

Esto de publicar gilipolleces ( como era y es mi costumbre) se complica conforme pasan los años, y no por falta de ganas, sino porque a una le sobrevienen las responsabilidades y los asuntos serios con cada vez mayor frecuencia. No trato de disculpar mi ausencia estos últimos meses ( imperdonable, por otro lado), pero vais a entenderme con un ejemplo. Unos primos míos, en la absurda idea de que una servidora pueda aportar cierta dosis de cordura, equilibrio o que pudiera servir de referencia espiritual a su hija recién nacida, me han nombrado madrina de bautizo del bebé. Junto a mí, otro primo mío, cuya incorregible vida de vicio y molicie sólo es equiparable a la mía, ha sido nombrado padrino de la criatura. Perplejos ( pero ilusionados) por el nombramiento, conmovidos y llorosos, asistimos a la iglesia ( que no pisábamos desde que sucumbimos al llamamiento del maligno en nuestra adolescencia) para acudir a unos "cursos catecumenales" de preparación espiritual para la liturgia. Competíamos en el curso con madrinas beatas y ancianas cuyos solemnes pronunciamientos ante las preguntas del cura (" la fé é lo má grande que hay!, ¡ayyyy qué fé tan grandísima tengo!") parecía que nos dejarían en mal lugar, sobre todo cuando fuimos sinceros en lo que a nuestra condición pecadora se refiere. Tomamos notas y todo cuando se habló de las clases de óleos santos, y nos mostramos resignados ante la obligatoria necesidad de renunciar a "Satanás, sus obras y sus pompas" ( a pesar de lo bien que hasta ahora nos había ido en la vida con Satanás...pero en fin...), y si fuera preciso que nos practicaran un exorcismo para asegurarnos de que el maligno dejaba nuestros cuerpos definitivamente. Se nos dijo incluso que cinco minutos antes de la celebración estuviéramos allí para confesarnos, y como nos pareció poco cinco minutos quedamos con el cura dos horas antes ( contábamos con que ambos tenemos los mismos pecados así que la confesión del crápula de mi primo sería " yo lo mismo, pero ponga dos años más"). Menos mal que finalmente mi familia puso el listón donde había que ponerlo ( 18 años cada uno en colegios de curas hacen 36) y el cura acabó echándonos bendiciones y todo cuando comprobó que a la pregunta " ¿qué idea tenéis de las diferencias entre las Iglesias cristianas más representativas?" éramos capaces de disertar sobre los cismas, la vida de Lutero, la de Calvino, Enrique VIII y el Concilio de Trento durante catorce minutos sin pestañear.¡¡ Ole ahí esa erudición cristiana.. y qué santos somos ahora!!

No hay comentarios: