martes, agosto 01, 2006
No sé si alguno habrá tenido la misma percepción que yo al respecto, pero me da la impresión de que existe en el subconsciente colectivo una tendencia especial al malestar e incluso a la mala leche y la desgana a la hora de trabajar en agosto. Es como si aflorara lo peor de nosotros,no sé. ¿Alguno se ha subido en un taxi de Madrid estos días? Yo, por evitar las obras de la línea 8 de metro a punto he estado de echar los higadillos por la boca en el trayecto Barajas- Chamartín, en una carrera-desafío-abuso del GPS, del ESP y del sudor de la camisa del taxista pegada al artefacto llamado BPA ( bolas para los asientos, que llaman algunos). El mal humor está presente en las colas de la comisaría (tengo que renovarme el pasaporte porque me voy unos días a Marruecos), donde sólo se oyen voces procedentes de una peso pesado del funcionariado próxima al hermafroditismo que manifiesta a gritos su descontento por los nulos efectos de la mesoterapia, los parches anticelulitis ( que no tiene reparo en enseñar) y las inyecciones virtuales de oxígeno y agua que le vienen aplicando en el centro estético de Palencia. "No está mal lo que te han hecho, suponiendo que te hayan dejado pagar con dinero virtual también"...pienso, pero no digo nada ( mucho hay que tocarme las narices para que yo suelte un improperio). Ahora bien, en este momento ( que son las 3), llego al edificio de oficinas donde trabajo y me encuentro fregando al portero, misógino que cultiva protozoos desde hace un mes en el agua sucia del cubo de la fregona,y que ha celebrado mi llegada extendiendo sus cultivos por el suelo y acercándomelos en un descuido hasta mojarme las sandalias de pleno...ahora mismo, señores, daría positivo por testosterona en un control antidopaje, y además de tener que pensar en desparasitarme los pies en cuanto llegue a casa, pienso: ¿va a durar esto un mes?
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