lunes, julio 05, 2004
A pesar de que yo misma soy un producto 100% andaluz no dejo de admitir que pronto saldrá algún libro de Terry Pratchet ridiculizándonos, y con razón, a pesar de todo. Últimamente hay mucho peregrino en Galicia, uno se encuentra con ellos cuando visita una iglesia, o toma el sol en alguna terraza. Este sábado pasé la tarde en el antiquísimo Monasterio de Samos, junto a Sarria, en pleno Camino de Santiago. A los andaluces se nos conoce enseguida. Son ésos a los que se les llama la atención varias veces durante una misma visita guiada: bien por rellenar la cantimplora en la pileta de la sacristía, bien por encontrarle parecido (y compartir a voces con los demás esta apreciación) a Santa Escolástica con Sarita Montiel, o bien por ir tarareando por los benedictinos pasillos esa bella cancioncilla titulada "El amor bajo los tilos", o sea, "Dragostea Dintei". Luego, a la salida, volverán a darse a conocer quitándose las camisetas (de la selección brasileña que, curiosamente, se han puesto de moda a pesar de que ni siquiera participa en la Eurocopa!), y se alejarán despotricando de la caló, mientras los gallegos contemplan con asombro el vaivén del Elvis que da distinción a la luna delantera de su coche... ole!
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